Cuando empecé a realizar estas esculturas buscaba representar la luz que existe dentro de cada uno de nosotros. Esa luz que existe sin importar quién seamos o de donde vengamos. Hoy veo eso y un poco más. Veo esa luz. Pero también veo esa sombra. Veo que sin esos agujeros no sabríamos qué hay luz dentro. Veo que a veces la escultura se encuentra apagada y necesita un esfuerzo para encenderse. Veo que esa sombra también necesita luz, también necesita amor y también necesita aceptación.

A lo largo de toda mi vida he creído que existe bondad y amor dentro de todo ser. Aunque alguien haga mal o daño creo que en el fondo lo hacen por las heridas que cargan, por ese sufrimiento que llevan dentro y que no encuentran otra manera de expresar. Creo en esa inocencia que existe dentro.

Sin embargo también creo en la responsabilidad que cada ser humano tiene para consigo mismo y los demás: para reconocer, voltearse a ver, encontrar conciencia dentro de sí mismo y elegir. Todos tienen la fuerza necesaria para quitarse la máscara, ver su sombra y encontrar su luz. Para encenderse, transmutar y dejar pasar a través de sus agujeros la luz que llevan en su interior. Para compartir.